“Los árboles son los reguladores de la vida. Rigen la lluvia y ordenan la distribución de agua llovida, la acción de los vientos, el calor, la composición del aire. Reducen y fijan el carbono, con que los animales humanos envenenan en daño propio la atmósfera, y restituyen a ésta el oxigeno que aquellos han quemado en el vivido hogar de sus pulmones; quitan agua a los torrentes y a las inundaciones; y la dan a los manantiales; distraen la fuerza de los huracanes, y la distribuyen en brisas refrescantes; arrebatan parte de su calor al ardiente estío, y templan con él la crudeza del invierno; mitigan el furor violento de las lluvias torrenciales y asoladoras, y multiplican los días de lluvia dulce y fecundante.” (Joaquín Costa, Madrid, 1912.)
Observando la vegetación actual del Barranco nos resultará difícil imaginar los inmensos bosques que cubrían la mayor parte de esta tierra antes de llegada del hombre. Una maraña forestal casi continua dominada de manera absoluta por bosques cerrados constituidos por árboles robustos y resistentes, con su follaje siempre verde, sombreando impenetrables marañas de matorrales, bajo los que se movían las mas variadas criaturas. Cuando el hombre se instalo en este territorio y en base a su actividad imperiosa de dominar la naturaleza para subsistir de ella comenzó el cambio progresivo del paisaje primitivo y los bosques fueron desapareciendo ante el avance de los cultivos y el ganado. De todo aquel mundo salvaje e impenetrable sólo han llegado a nuestros días pequeños retales inconexos. A pesar de todo, los soberbios restos de aquel pasado selvático siguen causando a quienes visitan estas tierras la admiración y el asombro.
Los condicionantes climatológicos, morfológicos y de orientación han determinado en el Barranco una vegetación de gran riqueza y variedad de especies. El Barranco está situado en lo que llamamos desde el aspecto bioclimatico región mediterránea. Entre los 900 y los 1800 metros de altitud encontramos aún comunidades forestales permanentes de carácter primitivo integradas fundamentalmente por enebros y carrascos. En tiempos pasados los enebrales fueron protegidos por constituir el principal abrigo que tenía el ganado cuando pastaba en estos parajes. La especie característica es el roble melojo, pero el bosque maduro de melojos en la actualidad ha desaparecido por completo y ha sido sustituido por repoblaciones de pinos resineros o de castaños.
Por debajo de los 900 metros la vegetación corresponde a los melojares que poco a poco van dando paso a las tierras bajas y a las riberas de ríos y arroyos, a bosques de alisos y fresnedas. La destrucción de los melojares fue como consecuencia de ampliar el área para pastos o cultivos. El resultado fue la progresiva reducción del espacio ocupado por los robledales. En la actualidad, ya solo se aprecian algunas motas de robles en los bordes de los caminos o en los linderos de los bancales. En las laderas de los valles el roble fue sustituido en gran parte por castaños y pinares. La existencia de grandes castañares está documentada en la Edad Media y llego a ocupar amplios espacios del valle, mucho más que en estos momentos. Es desde el siglo XV cuando comienza una decidida política de plantación y expansión del pinar que fue progresivamente aumentando su extensión. El pino se ha convertido en el elemento dominante del paisaje del Barranco.
El roble melojo (quercus pyrenaica) era el árbol más abundante en el Barranco en tiempos pasados. Es este un pequeño roble, rustico y frugal, que se extiende por casi toda la península ibérica. Raramente llega a medir 20 metros y a menudo forma matas o arbustos. Brota abundantemente de raíz por lo que a veces toma forma de matorral. O se rodeen los ejemplares mayores de abundantes retoños. Suele tener una forma muy irregular, ramificándose desde la base, aunque después pierde las ramas más bajas. Su corteza es lisa y de color verde grisáceo hasta los dos o tres años, luego cambia a un color más oscuro, y a partir de los 25 años, se empieza a resquebrajar longitudinalmente y toma una coloración pardo grisácea. Tiene hojas con un corto pecíolo y un limbo hendido por lóbulos profundos e irregulares, que al nacer están cubiertas por ambas caras de abundantes pelos estrellados que en el haz tienden a perderse, dándole un color ceniciento al envés y mas verde al haz. Son estas marcescentes, por lo que permanecen en el árbol una vez muertas hasta la aparición de las nuevas en primavera, lo que da un aspecto característico a los melojares en invierno.Su fruto, como en todos los quercus, es una bellota, en este caso, pequeña y de sabor amargo, aunque util para dar de comer al ganado. Son particularmente llamativas sus agallas o bogallas, estructuras globulares y de aspecto leñoso, que produce el arbol para defenderse del ataque de un insecto. Este pone sus huevos en estas estructuras y, cuando las larvas se convierten en insectos, practican un agujero en la agalla para salir al exterior. La corteza de este roble tiene taninos, sustancias que se utilizan como curtientes.
Haciendo honor al refrán que alude a la fuerza de los robles, el rebollo puede llegar a vivir entre 500 y 600 años. Su madera también es fuerte y resistente a la descomposición, por lo que ha sido utilizado en la construcción naval, en las traviesas de ferrocarriles o muebles. El aprovechamiento tradicional del roble melojo ha sido su leña, de muy buena calidad, así como la producción de un carbón vegetal de excelente calidad.
Observando la vegetación actual del Barranco nos resultará difícil imaginar los inmensos bosques que cubrían la mayor parte de esta tierra antes de llegada del hombre. Una maraña forestal casi continua dominada de manera absoluta por bosques cerrados constituidos por árboles robustos y resistentes, con su follaje siempre verde, sombreando impenetrables marañas de matorrales, bajo los que se movían las mas variadas criaturas. Cuando el hombre se instalo en este territorio y en base a su actividad imperiosa de dominar la naturaleza para subsistir de ella comenzó el cambio progresivo del paisaje primitivo y los bosques fueron desapareciendo ante el avance de los cultivos y el ganado. De todo aquel mundo salvaje e impenetrable sólo han llegado a nuestros días pequeños retales inconexos. A pesar de todo, los soberbios restos de aquel pasado selvático siguen causando a quienes visitan estas tierras la admiración y el asombro.
Los condicionantes climatológicos, morfológicos y de orientación han determinado en el Barranco una vegetación de gran riqueza y variedad de especies. El Barranco está situado en lo que llamamos desde el aspecto bioclimatico región mediterránea. Entre los 900 y los 1800 metros de altitud encontramos aún comunidades forestales permanentes de carácter primitivo integradas fundamentalmente por enebros y carrascos. En tiempos pasados los enebrales fueron protegidos por constituir el principal abrigo que tenía el ganado cuando pastaba en estos parajes. La especie característica es el roble melojo, pero el bosque maduro de melojos en la actualidad ha desaparecido por completo y ha sido sustituido por repoblaciones de pinos resineros o de castaños.
Por debajo de los 900 metros la vegetación corresponde a los melojares que poco a poco van dando paso a las tierras bajas y a las riberas de ríos y arroyos, a bosques de alisos y fresnedas. La destrucción de los melojares fue como consecuencia de ampliar el área para pastos o cultivos. El resultado fue la progresiva reducción del espacio ocupado por los robledales. En la actualidad, ya solo se aprecian algunas motas de robles en los bordes de los caminos o en los linderos de los bancales. En las laderas de los valles el roble fue sustituido en gran parte por castaños y pinares. La existencia de grandes castañares está documentada en la Edad Media y llego a ocupar amplios espacios del valle, mucho más que en estos momentos. Es desde el siglo XV cuando comienza una decidida política de plantación y expansión del pinar que fue progresivamente aumentando su extensión. El pino se ha convertido en el elemento dominante del paisaje del Barranco.
El roble melojo (quercus pyrenaica) era el árbol más abundante en el Barranco en tiempos pasados. Es este un pequeño roble, rustico y frugal, que se extiende por casi toda la península ibérica. Raramente llega a medir 20 metros y a menudo forma matas o arbustos. Brota abundantemente de raíz por lo que a veces toma forma de matorral. O se rodeen los ejemplares mayores de abundantes retoños. Suele tener una forma muy irregular, ramificándose desde la base, aunque después pierde las ramas más bajas. Su corteza es lisa y de color verde grisáceo hasta los dos o tres años, luego cambia a un color más oscuro, y a partir de los 25 años, se empieza a resquebrajar longitudinalmente y toma una coloración pardo grisácea. Tiene hojas con un corto pecíolo y un limbo hendido por lóbulos profundos e irregulares, que al nacer están cubiertas por ambas caras de abundantes pelos estrellados que en el haz tienden a perderse, dándole un color ceniciento al envés y mas verde al haz. Son estas marcescentes, por lo que permanecen en el árbol una vez muertas hasta la aparición de las nuevas en primavera, lo que da un aspecto característico a los melojares en invierno.Su fruto, como en todos los quercus, es una bellota, en este caso, pequeña y de sabor amargo, aunque util para dar de comer al ganado. Son particularmente llamativas sus agallas o bogallas, estructuras globulares y de aspecto leñoso, que produce el arbol para defenderse del ataque de un insecto. Este pone sus huevos en estas estructuras y, cuando las larvas se convierten en insectos, practican un agujero en la agalla para salir al exterior. La corteza de este roble tiene taninos, sustancias que se utilizan como curtientes.
Haciendo honor al refrán que alude a la fuerza de los robles, el rebollo puede llegar a vivir entre 500 y 600 años. Su madera también es fuerte y resistente a la descomposición, por lo que ha sido utilizado en la construcción naval, en las traviesas de ferrocarriles o muebles. El aprovechamiento tradicional del roble melojo ha sido su leña, de muy buena calidad, así como la producción de un carbón vegetal de excelente calidad.
El roble fue un árbol sagrado para nuestros antepasados vettones. Del roble se recogía el muerdago, una de las plantas mágicas de los celtas. Entre los druidas, sacerdotes de los celtas, nada era más sagrado que el muerdago y el árbol a que este estaba adherido, especialmente si era roble, árbol que con preferencia escogían para sus bosques sagrados y no practicaban ceremonia religiosa alguna sin la presencia de sus ramas. Era el supremo símbolo de energía y conocimiento, de valor, fuerza y majestuosidad. Es el único que puede aguantar los rayos y entrar en contacto con las fuerzas de la naturaleza, sean lluvias, nieves, granizos o tormentas, sin sufrir graves consecuencias. Y es que el roble es sinónimo de resistencia, durabilidad y calidad. La vida natural se agrupa junto a los robles, desde las aves que se cobijan en ellos, hasta los insectos más variados que viven y se alimentan de diversas partes de este árbol. Incluso algunos hacen sus puestas sobre él, formando las características agallas. No creo que exista otro arbol que dedique más atención a los diminutos seres que pueblan sus cortezas, donde hay lugar y alimento para todos. Junto a los robles existen unas determinadas vegetaciones que le acompañan, pues no en balde es el árbol donde se da la mayor diversidad de hongos. Tiene un papel destacado como protector de la biodiversidad y de su entorno, favoreciendo el desarrollo de otras especies vegetales, por ello el robledal silvestre es un magnifico sotobosque.
"el hombre de estas tierras que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra
antaño hubo raido los negros encinares,
talando los robustos robledos de la sierra"
El pino negral, resinero o rodeno (Pinus pinaster) es un árbol que alcanza gran talla y que se distingue del resto de los pinos ibéricos por sus largas, rígidas y punzantes acicalas. Sus hojas permanecen en el árbol alrededor de 3 o 4 años hasta caerse. Los piñones son pequeños y al caer lo hacen con una pequeña alita pegada. En pocas ocasiones llega a medir más de 40 metros de altura, siendo lo normal alrededor de los 20 metros. Tiene el tronco grueso y muy derecho, la corteza es resquebrajada y de color pardo rojizo. Es una de las confieras más empleadas en las repoblaciones forestales. Florece a finales de marzo, principios de mayo. Maduran las piñas a finales del verano siguiente. No es un árbol excesivamente longevo pero puede llegar a alcanzar los 300 o 400 años. Es el más extendido de nuestros pinos, encontrándose prácticamente en todas las regiones, aunque la mitad de sus masas corresponden a repoblaciones. Es un árbol de rápido crecimiento, que se desarrolla preferentemente sobre suelos silíceos, sueltos y arenosos y que resiste bien tanto la sequía estival como las fuertes heladas. Mediante el sangrado del tronco se obtiene una resina que, al destilarse, da la esencia de trementina o aguarrás, de gran interés en la industria química, de barnices y en perfumería. Su madera es usada para la construcción, traviesas de ferrocarril o embalajes. Se usa, además, para la extracción de pasta de papel o tableros.
El paisaje del Barranco te invita a conocerlo a través de la huella de los antiguos caminos empedrados, cañadas y cordeles que recorren valles y laderas, ascendiendo a lo alto de la sierra permitiendo conocer su paisaje e emblemáticos parajes, observar animales y vegetales. La abundancia de precipitaciones determina en la comarca un clima mediterraneo subhumedo, con algunos enclaves atlanticos. Existen grandes extensiones de pino (pinus pinaster) lo que antiguamente fueron robledales y alcornocales. Una interesante vegetación cubre sus laderas. Se encuentra aqui la vegetación atlántica y la vegetación mediterránea, como lo demuestran los espesos brezales abundantes en la parte alta del valle y los jarales al sur del mismo.
Refugiado en algunas zonas, el melojo (quercus pyneraica) es una especie rara en el Barranco en la actualidad, aunque antaño fue abundante siendo el principal árbol autóctono. Es una especie que requiere de suelos ricos y de un buen grado de humedad. Por su capacidad de poder rebrotar de raiz formando grandes extensiones en forma de arbusto, conocemos hoy la presencia de esta especie en ciertos lugares del valle.
"Yo soy la tabla de tu cama, la puerta de tu casa,
la superficie de tu cuna, la madera de tu barca.
Yo soy el mango de tu herramienta,
el bastón de tu vejez."
Por todo esto, viajero que me contemplas,
o que me has contemplado tantas veces,
miramé bien, pero...
no me hagas daño.
R, Tagore
BIBLIOGRAFIA UTILIZADA
Blanco Castro, E & (1997) Los bosques ibericos. Ed. Planeta.
Martinez Parras, J.M. & Molero-Mesa(1982)Ecología y fitosociología de Quercus pyneraica. Los melojares beticos.
Rivas-Martinez, J.M. & Saenz (1991) Enumeración de los Quercus pyrenaica de la Peninsula Ibérica,
Ruiz de la Torre, J & L. Ceballos (1971) Arboles y arbustos de la España Peninsular. Madrid
Gonzalo Martín García (1997) Mombeltrán en su historia (siglo XIII-siglo XIX) - Institución Gran Duque de Alba
Antonio López Lillo & José M. Sánchez de Lorenzo (2001) Árboles en España - Manual de Identificación- Ediciones Mundi-Prensa
G. López Gonzalez (2001) Los árboles y arbustos de la Península Ibérica - Ediciones Mundi-Prensa