domingo, 9 de marzo de 2008

LOS ARBOLES DEL BARRANCO (I)

“Los árboles son los reguladores de la vida. Rigen la lluvia y ordenan la distribución de agua llovida, la acción de los vientos, el calor, la composición del aire. Reducen y fijan el carbono, con que los animales humanos envenenan en daño propio la atmósfera, y restituyen a ésta el oxigeno que aquellos han quemado en el vivido hogar de sus pulmones; quitan agua a los torrentes y a las inundaciones; y la dan a los manantiales; distraen la fuerza de los huracanes, y la distribuyen en brisas refrescantes; arrebatan parte de su calor al ardiente estío, y templan con él la crudeza del invierno; mitigan el furor violento de las lluvias torrenciales y asoladoras, y multiplican los días de lluvia dulce y fecundante.” (Joaquín Costa, Madrid, 1912.)

Observando la vegetación actual del Barranco nos resultará difícil imaginar los inmensos bosques que cubrían la mayor parte de esta tierra antes de llegada del hombre. Una maraña forestal casi continua dominada de manera absoluta por bosques cerrados constituidos por árboles robustos y resistentes, con su follaje siempre verde, sombreando impenetrables marañas de matorrales, bajo los que se movían las mas variadas criaturas. Cuando el hombre se instalo en este territorio y en base a su actividad imperiosa de dominar la naturaleza para subsistir de ella comenzó el cambio progresivo del paisaje primitivo y los bosques fueron desapareciendo ante el avance de los cultivos y el ganado. De todo aquel mundo salvaje e impenetrable sólo han llegado a nuestros días pequeños retales inconexos. A pesar de todo, los soberbios restos de aquel pasado selvático siguen causando a quienes visitan estas tierras la admiración y el asombro.
Los condicionantes climatológicos, morfológicos y de orientación han determinado en el Barranco una vegetación de gran riqueza y variedad de especies. El Barranco está situado en lo que llamamos desde el aspecto bioclimatico región mediterránea. Entre los 900 y los 1800 metros de altitud encontramos aún comunidades forestales permanentes de carácter primitivo integradas fundamentalmente por enebros y carrascos. En tiempos pasados los enebrales fueron protegidos por constituir el principal abrigo que tenía el ganado cuando pastaba en estos parajes. La especie característica es el roble melojo, pero el bosque maduro de melojos en la actualidad ha desaparecido por completo y ha sido sustituido por repoblaciones de pinos resineros o de castaños.
Por debajo de los 900 metros la vegetación corresponde a los melojares que poco a poco van dando paso a las tierras bajas y a las riberas de ríos y arroyos, a bosques de alisos y fresnedas. La destrucción de los melojares fue como consecuencia de ampliar el área para pastos o cultivos. El resultado fue la progresiva reducción del espacio ocupado por los robledales. En la actualidad, ya solo se aprecian algunas motas de robles en los bordes de los caminos o en los linderos de los bancales. En las laderas de los valles el roble fue sustituido en gran parte por castaños y pinares. La existencia de grandes castañares está documentada en la Edad Media y llego a ocupar amplios espacios del valle, mucho más que en estos momentos. Es desde el siglo XV cuando comienza una decidida política de plantación y expansión del pinar que fue progresivamente aumentando su extensión. El pino se ha convertido en el elemento dominante del paisaje del Barranco.
El roble melojo (quercus pyrenaica) era el árbol más abundante en el Barranco en tiempos pasados. Es este un pequeño roble, rustico y frugal, que se extiende por casi toda la península ibérica. Raramente llega a medir 20 metros y a menudo forma matas o arbustos. Brota abundantemente de raíz por lo que a veces toma forma de matorral. O se rodeen los ejemplares mayores de abundantes retoños. Suele tener una forma muy irregular, ramificándose desde la base, aunque después pierde las ramas más bajas. Su corteza es lisa y de color verde grisáceo hasta los dos o tres años, luego cambia a un color más oscuro, y a partir de los 25 años, se empieza a resquebrajar longitudinalmente y toma una coloración pardo grisácea. Tiene hojas con un corto pecíolo y un limbo hendido por lóbulos profundos e irregulares, que al nacer están cubiertas por ambas caras de abundantes pelos estrellados que en el haz tienden a perderse, dándole un color ceniciento al envés y mas verde al haz. Son estas marcescentes, por lo que permanecen en el árbol una vez muertas hasta la aparición de las nuevas en primavera, lo que da un aspecto característico a los melojares en invierno.Su fruto, como en todos los quercus, es una bellota, en este caso, pequeña y de sabor amargo, aunque util para dar de comer al ganado. Son particularmente llamativas sus agallas o bogallas, estructuras globulares y de aspecto leñoso, que produce el arbol para defenderse del ataque de un insecto. Este pone sus huevos en estas estructuras y, cuando las larvas se convierten en insectos, practican un agujero en la agalla para salir al exterior. La corteza de este roble tiene taninos, sustancias que se utilizan como curtientes.

Haciendo honor al refrán que alude a la fuerza de los robles, el rebollo puede llegar a vivir entre 500 y 600 años. Su madera también es fuerte y resistente a la descomposición, por lo que ha sido utilizado en la construcción naval, en las traviesas de ferrocarriles o muebles. El aprovechamiento tradicional del roble melojo ha sido su leña, de muy buena calidad, así como la producción de un carbón vegetal de excelente calidad.
El roble fue un árbol sagrado para nuestros antepasados vettones. Del roble se recogía el muerdago, una de las plantas mágicas de los celtas. Entre los druidas, sacerdotes de los celtas, nada era más sagrado que el muerdago y el árbol a que este estaba adherido, especialmente si era roble, árbol que con preferencia escogían para sus bosques sagrados y no practicaban ceremonia religiosa alguna sin la presencia de sus ramas. Era el supremo símbolo de energía y conocimiento, de valor, fuerza y majestuosidad. Es el único que puede aguantar los rayos y entrar en contacto con las fuerzas de la naturaleza, sean lluvias, nieves, granizos o tormentas, sin sufrir graves consecuencias. Y es que el roble es sinónimo de resistencia, durabilidad y calidad. La vida natural se agrupa junto a los robles, desde las aves que se cobijan en ellos, hasta los insectos más variados que viven y se alimentan de diversas partes de este árbol. Incluso algunos hacen sus puestas sobre él, formando las características agallas. No creo que exista otro arbol que dedique más atención a los diminutos seres que pueblan sus cortezas, donde hay lugar y alimento para todos. Junto a los robles existen unas determinadas vegetaciones que le acompañan, pues no en balde es el árbol donde se da la mayor diversidad de hongos. Tiene un papel destacado como protector de la biodiversidad y de su entorno, favoreciendo el desarrollo de otras especies vegetales, por ello el robledal silvestre es un magnifico sotobosque.
"el hombre de estas tierras que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra
antaño hubo raido los negros encinares,
talando los robustos robledos de la sierra"

El pino negral, resinero o rodeno (Pinus pinaster) es un árbol que alcanza gran talla y que se distingue del resto de los pinos ibéricos por sus largas, rígidas y punzantes acicalas. Sus hojas permanecen en el árbol alrededor de 3 o 4 años hasta caerse. Los piñones son pequeños y al caer lo hacen con una pequeña alita pegada. En pocas ocasiones llega a medir más de 40 metros de altura, siendo lo normal alrededor de los 20 metros. Tiene el tronco grueso y muy derecho, la corteza es resquebrajada y de color pardo rojizo. Es una de las confieras más empleadas en las repoblaciones forestales. Florece a finales de marzo, principios de mayo. Maduran las piñas a finales del verano siguiente. No es un árbol excesivamente longevo pero puede llegar a alcanzar los 300 o 400 años. Es el más extendido de nuestros pinos, encontrándose prácticamente en todas las regiones, aunque la mitad de sus masas corresponden a repoblaciones. Es un árbol de rápido crecimiento, que se desarrolla preferentemente sobre suelos silíceos, sueltos y arenosos y que resiste bien tanto la sequía estival como las fuertes heladas. Mediante el sangrado del tronco se obtiene una resina que, al destilarse, da la esencia de trementina o aguarrás, de gran interés en la industria química, de barnices y en perfumería. Su madera es usada para la construcción, traviesas de ferrocarril o embalajes. Se usa, además, para la extracción de pasta de papel o tableros.
El paisaje del Barranco te invita a conocerlo a través de la huella de los antiguos caminos empedrados, cañadas y cordeles que recorren valles y laderas, ascendiendo a lo alto de la sierra permitiendo conocer su paisaje e emblemáticos parajes, observar animales y vegetales. La abundancia de precipitaciones determina en la comarca un clima mediterraneo subhumedo, con algunos enclaves atlanticos. Existen grandes extensiones de pino (pinus pinaster) lo que antiguamente fueron robledales y alcornocales. Una interesante vegetación cubre sus laderas. Se encuentra aqui la vegetación atlántica y la vegetación mediterránea, como lo demuestran los espesos brezales abundantes en la parte alta del valle y los jarales al sur del mismo.
Refugiado en algunas zonas, el melojo (quercus pyneraica) es una especie rara en el Barranco en la actualidad, aunque antaño fue abundante siendo el principal árbol autóctono. Es una especie que requiere de suelos ricos y de un buen grado de humedad. Por su capacidad de poder rebrotar de raiz formando grandes extensiones en forma de arbusto, conocemos hoy la presencia de esta especie en ciertos lugares del valle.

"Yo soy la tabla de tu cama, la puerta de tu casa,
la superficie de tu cuna, la madera de tu barca.
Yo soy el mango de tu herramienta,
el bastón de tu vejez."
Por todo esto, viajero que me contemplas,
o que me has contemplado tantas veces,
miramé bien, pero...
no me hagas daño.

R, Tagore

BIBLIOGRAFIA UTILIZADA

Blanco Castro, E & (1997) Los bosques ibericos. Ed. Planeta.
Martinez Parras, J.M. & Molero-Mesa(1982)Ecología y fitosociología de Quercus pyneraica. Los melojares beticos.
Rivas-Martinez, J.M. & Saenz (1991) Enumeración de los Quercus pyrenaica de la Peninsula Ibérica,
Ruiz de la Torre, J & L. Ceballos (1971) Arboles y arbustos de la España Peninsular. Madrid
Gonzalo Martín García (1997) Mombeltrán en su historia (siglo XIII-siglo XIX) - Institución Gran Duque de Alba
Antonio López Lillo & José M. Sánchez de Lorenzo (2001) Árboles en España - Manual de Identificación- Ediciones Mundi-Prensa
G. López Gonzalez (2001) Los árboles y arbustos de la Península Ibérica - Ediciones Mundi-Prensa

martes, 4 de marzo de 2008

JABALIES, TESTIGOS DE LA HISTORIA DEL BARRANCO




Cuando a finales de noviembre los días se acortan presagiando la inminencia del invierno, la espesa mancha de pinos de la Morañega aparece adormilada bajo los mantos de nubes que barren con fina lluvia los serrejones y las laderas cubiertas de espesos matorrales. El suelo musgoso parece una alfombra henchida que rezuma humedad y en los troncos de los árboles, sobre las rocas graníticas y en los mohosos tocones del bosque rejuvenecen los líquenes y las setas aparecen por doquier. La espesura siempre verde del monte se adorna con los tonos ocres y rojizos de los castaños y los amarillos de los chopos que acompañan los pequeños arroyos hasta el fondo del valle. En el ambiente reinan la humedad y la quietud.
De pronto el silencio del monte, la monótona lluvia otoñal, quedan rotos por los disparos y los ladridos de los perros que levantan a los jabalíes de sus lugares de denso matorral, de sus trincheras naturales. Ha comenzado la inevitable matanza por diversión, el acoso y la agresividad en total desigualdad de condiciones. El enorme macho, aterrado, aprieta en su desbocada carrera arremete contra un espeso matorral de zarzas y espinales, dejando como único rastro de su paso el boquete irregular de su blindado cuerpo y se pierde ladera arriba.

El jabalí o sus scrofa es un mamífero de tamaño mediano, provisto de cabeza grande y alargada, en la que destacan unos ojos muy pequeños. De cuello poderoso y patas muy cortas (mas bajas las trasera que las delanteras). Aunque de mala vista, no es capaz de distinguir los colores, tiene un importante desarrollo del olfato y del oído. El olfato es un sentido muy desarrollado, de manera que le permite detectar alimento o enemigos a más de 100 metros de distancia, localizar hongos y otros vegetales bajo tierra. Sus pelos son gruesos y su color es muy variable y va desde colores grisáceos a negro oscuro pasando por colores rojizos y marrones. Es frecuente que en los ejemplares viejos menudeen las canas.
Habitante emblemático de los bosques mediterráneos destaca por su enorme poderío físico gracias a la enorme potencia de su tren delantero y por sus extraordinarias capacidades sensoriales. Especie ancestral, el jabalí, conserva en su anatomía numerosos caracteres primitivos, entre los que cuenta su dentición, compuesta por tres incisivos, un canino, y cuatro premolares. Las muelas presentan un relieve muy acusado, con numerosas protuberancias que permiten tanto la masticación de vegetales como de carne. Especialmente llamativos son los caninos, muy desarrollados sobre todo los inferiores, que llegan a alcanzar una longitud de hasta 20 cm, denominados vulgarmente “navajas”.
Son animales marcadamente sociales, girando toda su actividad en torno al grupo o piara. Las manadas están compuestas por grupos familiares de hembras con sus crías y dirigidas por el individuo de más edad. Los machos abandonan la piara cuando alcanzan la madurez sexual para llevar una vida errante y solitaria que solamente rompen durante el periodo de celo, aun cuando los individuos mayores suelen ir acompañados por un macho más joven conocido como el escudero. Las hembras, acompañadas de sus respectivas piaras, dedican gran parte del día a actividades con fines alimenticios, pues debe esforzarse en sacar por sí sola a su camada adelante. Para las piaras existen algunos lugares por los que el grupo siente especial querencia y que son visitados con frecuencia; estos puntos son los encames y charcas para el baño. Los encames consisten en depresiones del terreno-las trincheras-largas y estrechas, que están protegidas por densas marañas de arbustos y salientes rocosos, al abrigo de la lluvia, el viento o lo predadores. Cada grupo dispone de varios de estos encames a lo largo de su territorio favorito, usándolos alternativamente. Disponen, además, de puntos específicos dedicados al baño, que serán frecuentados en todo tiempo, aunque de manera más intensa en verano. Los baños de barro desempeñan un importante papel en la ecología de la especie, considerandose que tienen varias funciones. Así: aseguran su regulación térmica, en cuanto que el jabalí no suda al tener sus glándulas sodoríparas atrofiadas. De igual manera se ha considerado que los baños de barro tienen un importante papel en las relaciones sociales de la especie, e incluso se ha descrito un papel en la selección sexual, de modo que si mientras usan las bañas de barro todos los jabalíes, sin distinciones de sexo ni edad, durante la época de celo paracen reservadas casi exclusivamente a los machos adultos, de modo que se ha considerado, que estos baños pueden estar ligados a la persistencia de los olores corporales sobre un sustrato estable como el que proporciona una capa de barro adherida al pelo, sin olvidar las funciones de marca territorialista o incluso sanitarias para librarse de la multitud de parásitos y proporcionar a su epidermis un baño terapéutico. Tras una de estas sesiones higiénicas el jabalí se dirige al tronco de un árbol donde se refregara con fruición. Para estos menesteres los cochinos parecen sentir especial atracción por los pinos, probablemente por en intenso olor a resina que producen.

El jabalí es un animal de hábitos mas bien nocturnos que pasa el día en los encames anteriormente descritos. Según algunos especialistas, los jabalíes de mueven de forma muy metódica, siguiendo sendas y trochas habituales que ellos mismos practican hasta en la más intrincada vegetación.
A punto de entrar el invierno se desprenden las ultimas hojas muertas en las umbrías de los castañares y los viejos y solitarios verracos, atiborrados de bellotas, comienzan a abandonar las profundas espesuras en busca de las piaras matriarcales. Cuando localizan alguna, y si en el grupo no gobierna ningún otro macho, el recién llegado tomará posesión de las hembras fértiles, expulsando de la piara a los inmaduros. Si por el contrario los pretendientes son dos grandes ejemplares, es muy probable que la cuestión se dirima mediante encarnizados combates. Una vez establecida la jerarquía, los machos vencedores toman posesión de las hembras del grupo. Cuando todas las hembras de la piara han sido cubiertas, el verraco abandona el grupo y retoma su vida montaraz y solitaria.
La gestación dura alrededor de cuatro meses, produciéndose generalmente los partos a primeros de primavera donde tendrán lugar los alumbramientos de las cuatro o cinco crías. A veces pueden producirse hasta diez crías. En sus primeros días, los rayones rara vez abandonan el lecho de hojarasca en el que los deposito su madre, quien permanece largos periodos con ellos. En esta época la hembra se muestra especialmente agresiva y responde violentamente ante cualquier peligro.
El jabalí es un omnívoro que se alimenta de todo cuanto encuentra. Sería imposible pormenorizar en que consiste su dieta porque, sencillamente, toda cosa comestible lo es. Desde conejos a insectos, desde frutos a carroñas, pasando por grano, setas, reptiles, pollos o huevos, etc…Para acceder a estos alimentos, el cochino se vale de la sensibilidad de su jeta, con la que hoza prospectando sobre grandes superficies de suelo, levantando tierra y piedras en busca de alimento. Esta es una de las razones de su adaptabilidad a todo tipo de lugares siempre que disponga de una mínima cobertura de alimento, aunque prefiere los sitios con vegetación alta donde poder camuflarse y abunde el agua.

Exterminados por el hombre sus depredadores naturales ha motivado que la especie haya proliferado en exceso. Por otra parte el abandono generalizado del medio rural han permitido el desarrollo de densos matorrales y bosquecillos que, naturalmente, el jabalí ha a aprovechado como paridera y refugio. En ausencia de depredadores, las poblaciones de cochinos se disparan en todos los rincones para recordarnos que algo empieza a no marchar bien en nuestros bosques.


Quizá en épocas más remotas nuestros antepasados vettones encontraron en el jabalí una fuente inagotable de alimentación, aunque también hay una realidad mitológica, el jabalí es el emblema del guerrero celta. El jabalí efectivamente es el animal salvaje y arremetedor por excelencia y traduce bien la fogosidad, la tenacidad y la independencia característica de los pueblos celtas. En plan religioso, puede llegar a ser el emblema de un dios activo y creador, al mismo tiempo que el de un dios destructor. La ambigüedad del jabalí es patente debido a que es un animal útil, puesto que es la presa de caza, pero igualmente el destructor de cultivos y un temible salvaje, en sentido etimológico de la palabra. Era entonces normal que se hiciese de él un animal divino, o mejor dicho, una función divina representada simbólica y alegóricamente por dicho animal. Ese dios o mito recupera siempre las realidades que pueden ser cotidianas sin por eso perder su valor religioso, sobre todo en épocas en que nadie intentaría diferenciar lo sagrado de lo profano. Comer jabalí es, en cierta medida, apoderarse de una parte del poder divino, ya que necesariamente somos lo que comemos, y la calidad atribuida al animal del que nos alimentamos pasa de manera obligada al cuerpo de la persona que lo come. Una de las manifestaciones artísticas de los vettones son los verracos, esculturas de toros y cerdos, e incluso en algunas ocasiones jabalies, que se hallan esparcidas por todo el territorio que se supone la Vettonia.
Existen hipótesis que atribuyen a los verracos un significado relacionado con la ganadería y la división de las tierras, frente a quienes los consideran animales totémicos o monumentos sepulcrales. ¿Qué sabemos de los vettones que habitaron en nuestro valle? ¿Qué conocemos de su cultura? Apenas unas vagas referencias, unas ruinas perdidas aquí y allá. Y, sin embargo, a poco que indaguemos en el tema, descubriremos que existe al alcance de nuestros ojos un abundante e insustituible muestrario del arte escultórico vettón: los llamados 'verracos', esos animales de piedra que desde hace más de dos mil años aguardan nuestra visita en remotos parajes de la meseta castellana, obras únicas que, debido a su estado actual de dispersión, se hallan insuficientemente valoradas por parte del gran público. La verdad es que cada vez caben más serias dudas sobre el carácter sacro o sepulcral de los verracos, sin descartar que alguna talla en concreto hubiese podido representar algún numen o divinidad. La teoría de demarcación de zonas de pastos encaja con las esculturas de jabalíes con posibles zonas de caza y cabe suponer que alguna otra podría señalar zonas de cría y cebo para ganado porcino; sin contar con las puramente ornamentales o realmente sacras situadas en las entradas o en el interior de los poblados.
Pese al olvido parcial de animal tan noble como símbolo durante nuestra Edad Media, se representó frecuentemente su caza, siendo esta considerada de gran riesgo, valor y coraje junto con inteligencia, virtudes propias que debían poseer los guerreros. Quizás dentro de los animales salvajes cazados en nuestros montes europeos, la cacería del oso y del jabalí destacaría por ser de elevado peligro, frente a otras especies.

Los reyes de Castilla, desde Alfonso XI, gustan de recorrer los pinares y riscos de estos parajes, con sus jaurías y monteros, a la caza del puerco y del oso. Alfonso XI conoce palmo a palmo estas tierras del Barranco y de Arenas y de ellas nos habla con fruición de buen cazador en su Libro de la Montería. Curiosamente muchos de los topónimos reseñados se conservan intactos en la región y han pasado a los mapas oficiales: Almoclón, Mesegar, La Figuera (La Higuera), Las Mocellas (Morcillas), Puerto del Pico, Puerto del Arenal, El Peón, La Cabrilla, Centenera, etc... El padre del que un día fue el Condestable Dávalos acompañó en muchas ocasiones al rey Alfonso XI, y es muy probable que su hijo, Ruy López, quedara entusiasmado con la bondad y riqueza cinegética del Barranco, sobre el que más tarde ejercería señorío con Enrique III. Don Alvaro de Luna, en multiples ocasiones, recorrió el Barranco en ruidosas y multitudinarías monterias junto a Juan II.


BIBLIOGRAFIA UTILIZADA
Borja Cardelús - La España Salvaje- 1996- Editorial Planeta-Barcelona
Juan Carlos Blanco- Mamiferos de España - 1998- Editorial Planeta- Barcelona
Francois Mountu / Christian Bouchardy -Los mamiferos en su medio -1992- Plural de Ediciones S.A. -Barcelona
Mombeltrán- Historia de una Villa Señorial (1973) Eduardo Tejero Robledo - Ediciones S.M. - Madrid