viernes, 29 de junio de 2018

LA ALJAMA JUDIA DEL COLMENAR



La presencia judía en Mombeltran es relativamente tardía, a diferencia de otras zonas de la península y de otras zonas cercanas y a pesar de la abundancia documental, estas juderías son poco conocidas. Las aljamas ó comunidades judías alcanzaron su esplendor hacia el siglo XV, cuando poblaciones de diversas comunidades de otros lugares de la geografía hispánica consiguieron llegar a esta zona de pueblos fortificados y de relativa paz frente a las persecuciones antijudías que se daban en el resto del reino castellano. Y alcanzan la categoría de aljamas contando con todas las instituciones necesarias para desarrollar una vida plenamente judía : sinagoga, rabino, cementerio, carnicería, escuela talmúdica…así como gobierno propio que también tenía competencias en otras comunidades cercanas dependientes de ella.

Como en otros lugares del territorio peninsular, la relación con los cristianos no fue fácil en ningún momento y a menudo injusta y humillante. Es evidente que al ser El Colmenar una de las localidades de mayor poder adquisitivo y consumo, mejor defendidas y únicas con mercado y feria atrajo a un buen número de judíos. También se sentían atraídos por las ocupaciones que ellos dominaban como eran la recaudación de impuestos y las labores de escribanía, estando bien considerados por el noble de turno.

Mombeltrán o Colmenar de Arenas tuvo el privilegio de contar con la mayor población judía del Valle Tiétar abulense. Cuando en 1181 Alfonso VIII lleva los límites del concejo de Ávila hasta más allá de los cauces del Alberche y el Tiétar y deja la zona del Barranco finalmente bajo el dominio cristiano, se produce la repoblación de la zona, en la que probablemente empieza a asentarse los primero judíos.

Las juderías documentadas del Valle del Tiétar son: La Adrada, Mombeltrán (Colmenar de Arenas), Arenas de San Pedro, Candeleda y Navamorcuende. Tal fue el crecimiento de estas comunidades a lo largo del siglo que pudieron constituirse como aljamas. Todo indica que las comunidades y villas de esta zona sufrieron un fuerte impulso económico tras la protección dada por Enrique IV en 1464 a las actividades agrarias, ganaderas y mineras, así como a la reactivación de comercio lanar con la concesión de ferias y mercados, lo que contribuiría a un aumento del poder adquisitivo de esta comarca, y por tanto, un polo de atracción a la población judía que era expulsada o huía de otras zonas de la península.
Muy a menudo aparecen como dueños de casas que alcanzaban precios altísimos, sin duda por el desfase entre la disponibilidad de viviendas y el fuerte aumento de población del momento pero, también, por tratarse de edificios de notable valor provenientes, posiblemente, de expropiaciones ante la falta de pago de impuestos o devolución de préstamos. Serian odiados por su actividad de prestamistas la cual practicaban con usura. En término de actividad agrícola de la comunidad judía se reducía, casi exclusivamente, al cultivo de viñedos y no el de cereales. En algunos casos, cedidos en renta y en otros explotados directamente. También se encargaban de cobrar el portazgo del puerto del Pico y el montazgo de Ramacastañas, mas tarde el de Arroyo-Castaño muy rentables y deseados por encontrarse en cañada real.

Al ser entregada en 1461 la villa a Don Beltrán de la Cueva, el rey la otorga “con todos los vasallos así cristianos como moros e judíos que agora ahí viven e moran e vivieren moraren de aquí en adelante en dicha villa de Colmenar e su tierra”. Con el señorío y protección de Don Beltrán de la Cueva la judería aumenta notablemente, según se concluye por el aumento de los repartimientos tributados por la comunidad judía hasta la fecha de la expulsión.  En 1464 a la judería de Colmenar de Arenas se la concede el título de aljama, lo que pone en relieve su importancia e influencia económica en la zona. Desgraciadamente hasta el día de hoy no hay noticias de en donde se pudieron localizar donde estuvieron lugares importantes para la comunidad judía como su sinagoga o su carnicería. Enrique IV concedía a don Beltrán de la Cueva, por nueve años, las alcabalas y tercias de La Adrada y las tercias de Mombeltrán con el servicio y medio servicio de las aljamas de los judíos.

Según la tradición popular, pues no hay documentación que lo acredite, el barrio judío se situó en torno a la Plaza de la Viña Vieja (de la Corredera), con el fin de aprovechar el mercado que allí se celebraba. Los judíos ocuparían profesiones como la de lañadores, cesteros, tejedores, guarnicioneros y tenderos. En Mombeltrán los judíos negociaron además con paños y sedas.
Es curioso el documento fechado en 1448 en el extraño nombre de un vecino de Colmenar y con el cargo de “Lugar del Maestre”, Pedro González Abenhiben, daba poder al bachiller Ruy López Beato, vecino de Ávila, para que cobrase ciertas deudas en su nombre, lo que prueba el amplio radio de acción de la actuación de los prestamistas de esta villa. Es de destacar que en cuanto a su población judía la aljama de El Colmenar (Mombeltran) fue muy superior a la de Candeleda, doble que la de Arenas y por encima de la de La Adrada. Con el señorío y protección de don Beltrán de la Cueva debió de aumentar notablemente la judería.


Nos encontramos pues ante la más importante judería del Tiétar abulense. En 1464 era considerada aljama, lo que evidencia su importancia, número de miembros e influencia en la zona. El riachuelo Vita recuerda su estancia. En 1393 se le concedía al pueblo una feria y mercado para “que se pueble y haga mejor”. Pero, mientras que a las demás cabezas de partido se dejó libre la elección del día de la celebración, a Mombeltrán se le fijó en sábado. Fue un error, pues en tal día también lo celebraba Arenas y los judíos no acudían a comerciar por ser de descanso religioso, por lo que hubo que trasladar la celebración. Efectivamente, en 1465, cuando la comunidad debía de tener un notable peso en la economía local, Enrique IV cambiaba y le otorgaba “un mercado franco cada jueves”.

El pueblo veía en el judío al que se enriquecía a su costa, habilidosos embaucadores de reyes. Eran los odiados representantes del Estado, encargados de extraerles los impuestos. Y la usura. Durante siglos el judío prestaba al 100% anual. La expulsión de los judíos de España fue ordenada en 1492 por los Reyes Católicos mediante el Edicto de Granada con la finalidad, según el decreto, de impedir que siguieran influyendo en los cristianos nuevos para que éstos judaizaran. La decisión de expulsar a los judíos –o de prohibir el judaísmo está relacionada con la instauración de la Inquisición catorce años antes en la Corona de Castilla.

No hay un consenso entre los historiadores sobre la causa principal que llevaría a la expulsión de los judíos. Según Luís Suárez la principal causa era el deseo de unidad religiosa, objetivo prioritario de los Reyes Católicos. Según Domínguez Ortiz la expulsión de los judíos fue la creencia de que mientras hubiese sinagogas en España los conversos estarían tentados de judaizar de nuevo. Este historiador opina que los reyes no buscaban lucrarse con los bienes confiscados a los judíos, recompensa muy golosa, sino que procuraban que se convirtieran el mayor número posible de judíos al cristianismo y no pusieron obstáculos para que se devolvieran sus bienes a los que regresaban posteriormente y se convertían al cristianismo. Como pasa en muchas ocasiones a la hora de estudiar historia, posiblemente no haya una causa principal a la hora de explicar la expulsión de los judíos de 1492. Seguramente hubo una confluencia de causas: unidad religiosa, confiscación de bienes, evitar la judaización,…, que llevaron al decreto de expulsión de los judíos.
La expulsión de los judíos de España en 1492 durante el reinado de los Reyes Católicos no es una situación que vino de repente. Los reinos peninsulares de España habían heredado de la Edad Media una diversidad étnica y religiosa fruto de la reconquista y de la diversidad ya existente en los reinos cristianos. Este pluralismo se traducía en una singular convivencia entre los distintos grupos religiosos, que en ocasiones no era nada fácil. A partir del siglo XIV la situación empeoró. La situación de los judíos en España se fue haciendo cada vez más difícil. El sentimiento de intolerancia crecía de los cristianos respecto a las minorías religiosas. Todo ello acabó con la creación de la Inquisición y con la expulsión de los judíos de los reinos hispánicos peninsulares.

Con el edicto de expulsión, parece que la comunidad judía del Colmenar de Arenas se embarca en su mayoría camino de Marruecos atravesando Andalucía, aunque también consta que alguno se fue a Portugal. Un documento de Cuéllar cita los maravedíes que correspondieron al duque de Alburquerque, confiscados a los herejes de El Colmenar (Mombeltrán) hasta 1496, cuyo monto ascendió a 179.223 mrs.

En el archivo de Mombeltrán queda la cédula y órdenes de la expulsión y el proceso para saldar las deudas antes de marchar. Por real cédula de 14 de octubre de 1494 le eran concedidos al duque de Alburquerque los bienes que dejaron los judíos expulsados. Con la expulsión o conversión forzosa, la unidad religiosa era una realidad, al menos en teoría. Desde entonces, una persona fuera de la Iglesia era un sujeto fuera de la ley.


Bibliografía
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